Concurso Martii, categoría romántico-fantástico: Besos de otra época

Bueno, antes de todo quiero decir, que nadie dijo cual podía ser la extensión del one-shot, así que es bastante más largo que de costumbre, creo vamos xD, y despues de esto aquí os lo dejo y espero que os guste =D:



♥ Flashback ♥


+ Hablemos de... ¿Amistad? O... De amor, de pasión, de sueños... Hablemos del fuego que hay en los corazones y en las almas... + Dijo la pequeña castaña estirada graciosamente boca arriba en su cama + Quizás de riquezas... Hablemos de lo que tú quieras. + Dijo al fin, ante el silencio del joven.


Él se encontraba sentado en un sillón, hipnotizado por su mirada, por su dulce voz y el ondear suave y delicado de su cabello en contacto con la brisa que, de vez en cuando, se asomaba por el ventanal de aquella soleada habitación.


- ¿De riquezas?
+ Si, de riquezas. Aunque, tu riquezas, tienes muchas... + Dijo la chica refiriéndose a la colosal mansión que los envolvía.
- Tu eres mi riqueza, babi. Es más, tu eres mucho más de lo que puede llegar a ofrecer una amistad. Tú eres mi amor, mi pasión, mi propio silencio... Eres el fuego que quema y arde en mi corazón y en mi alma. - Decía él mientras se acercaba a ella con cautela y la besaba intensamente.


♥ Fin del Flashback ♥


Ahora se encontraba sentado en el mismo sillón raído, que, sin embargo, ya no estaba situado en aquella habitación repleta de recuerdos, sino en el febril y oscuro salón que antaño tuvo mejores tiempos. La miraba. Veía el brillo y el reflejo de su cuerpo desnudo iluminado por el fogón procedente de la chimenea. Aquel cuadro era lo único que le quedaba de ella. Porque ella... Ella se había ido.

♥♥♥.............................................................................................♥♥♥

Se encontraba apoyada en la fuente descansando por el esfuerzo y el calor. Vestía unos pantalones cortos tejanos y una camiseta de tirantes blanca. Llevaba el cabello recogido en una coleta y en sus manos puestos unos guantes de jardinería. Observaba a su compañero aun trabajando bajo el sol, un sol de una tarde que empezaba a caer. No sólo lo observaba a él, si no todo lo que había a su alrededor.


Había pasado mucho tiempo, pero Martii había conseguido rehacer su vida.


Recordaba esa época con un tanto de amargura, pues sabía que aunque la había dejado atrás, jamás la olvidaría. Recordaba esos momentos que tan feliz la habían hecho y la facilidad con la que estos se habían disipado. Todo se había desmoronado al conocer la verdad, una verdad pura que ella no había querido ver. Tenía la sensación de haber viajado en el tiempo, de haber pasado de las voluptuosas palabrerías y de las excesivas decoraciones de trajes y edificios a la ligereza de la actualidad, de haber pasado, en fin, de la edad moderna a la edad contemporánea en un abrir y cerrar de ojos. Una realidad tan actual, que dudaba de pertenecer a esta.


Miedo. Miedo fue lo que sintió, miedo a no resistir, miedo a ese obstáculo que le había puesto la vida y al que no sabía si iba a superar. Pero a pesar de todo, de todas aquellas grandes y pequeñas diferencias que había entre ellos, lo había amado a rabiar, un amor que no se consumaba y que ardía por si sólo, un amor que los había devorado entre sus llamas y que había quemado hasta el último segundo que estuvieron juntos. Y qué decía ella, si no hacía otra cosa que engañarse a sí misma, pues bien sabía que no sólo lo había amado, si no que su corazón aún gritaba por sus labios.


+ ¿Estás más descansada?
- ¿Eh..? S-si... - Dijo Martii volviendo a la realidad.
+ ¿Quieres volver ya a casa? Si quieres te acompaño... - Le ofreció David.
- Si, claro. Vamos.


La vuelta a casa fue silenciosa. David la miraba de soslayo, preguntándose que pasaría por su mente y a qué se debía ese silencio, Pero realmente no le hacían falta respuestas, la mirada de Martii reflejaba un mundo aparte y cuando eso sucedía, sabía que ella estaba con él en presencia pero no en esencia. Sabía que no era en él en quien pensaba, si no en su viejo amigo Joe.


Martii rompió en sollozos en su interior. No soportaba más esa situación, su vida no era más que una falacia y lloraba por haber engañado a David hasta ese punto.


- David... ¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! - Huyó rompiendo a llorar.


David no supo reaccionar, pero la dejó marchar. Al fin y al cabo sabía que ese día llegaría y que no podía retenerla más a su lado, sabía que ese amor nunca le había sido correspondido, y aunque deseaba su total felicidad, su alma había quedado rota.


Pasó horas llorando, por fin había dejado al descubierto sus emociones, había entendido al fin que ella siempre le pertenecería y que su condición no le importaba lo más mínimo. Sin embargo no sabía que su dolor y sus lágrimas le devolverían su felicidad.


Si algo había prometido Joe dejándola marchar, había sido que siempre velaría por su felicidad, y aquellas amargas lágrimas que recorrían sus mejillas hicieron que al llegar Martii a casa, Joe ya la estuviese esperándo en su habitación.


- Joe...
+ Martii, sólo he venido para asegurarme de que estás bien, no pretendo llevarte conmigo, ni...
- Joe, calla ya... Te amo.


Martii rodeó el cuello de Joe con sus brazos y ambos se sumergieron en un beso que los llevaría a la locura.


- Quiero ser siempre tuya, quiero pasar la eternidad junto a ti...
+ Martii, no puedes pedirme esto...
- ¿No lo deseas?
+ Claro que lo deseo.
- ¿Pues a qué estamos esperando? - Dijo mordiéndole el labio inferior.


Joe agarró con firmeza la cabeza de Martii y la inclinó con suavidad, apartando con una mano helada su cabello y dejando al descubierto su fino cuello. Sus labios lo besaron, mientras sus colmillos emergían y se acomodaban sobre la piel de la chica. Los ojos de Martii empezaron a tornarse de un rojo almendrado y la luna llena hizo brotar su verdadero ser, un ser que se alimentaba de sangre y que era inmortal, y ese ser iba a pasar el resto de su vida con su amor. Pasaría el resto de su vida en una colosal mansión, entre exuberantes decoraciones y vestidos de encaje, en un mundo aparte, al que realmente pertenecía.